Rosa Velasco

Artista Visual

Si es posible hablar de un momento inicial partiría reconociendo el campo que me constituye como artista. Un campo familiar y estético determinado y determinante. El entorno familiar: una casa –mundo con un tiempo histórico diferente al externo ; el hogar de un anticuario ( mi padre), un lugar de objetos ultra valorados, que incluye un cuadro de Gil de Castro hasta un ” Mascaron de Proa”.

Como extensión de este mundo-casa que me afecta , está “ El Anticuario “ el sitio público donde estos bienes son expuestos como objetos del deseo después de una compleja y misteriosa búsqueda. Fetiches donadores de estatus en compensación de una carencia histórica.

También integra este habitar una madre estoica, una madre encajonada en el deber ser, reprimiendo cualquier expresión salida de marco y castrando así una buena parte de lo mujer.

La conservación de la memoria a través del rescate de los objetos se da en un clima de preservación de la vida. La enfermedad se presenta afectando a quienes me rodean produciendo la sensación en mí de lo fútil, lo frágil, lo vulnerable. La muerte me habita.

La primera discriminación opera a los dieciséis años cuando la familia se opone al ingreso a la academia,

protegiendo de esta manera la institución del mayorazgo intelectual objetivado en mi único hermano.

Mientras cumplo el mandato interno de la prohibición hasta los veintiséis años, me permito ser paciente de mis circunstancias. Razones diversas me “ obligan “ desde el afuera. En tanto, me suceden traslados esenciales: país, situación económica, lugar social y rol familiar.

Vuelvo al lugar de origen: Chile. Soy madre y proveedora de la casa que habitamos con mis hijos, Matías y Macarena.

Reconocen mi puesto en el campo , un puesto incipiente por cierto. Comienza la ingesta de saberes, del como se hace. Es el cine, es la fotografía las primeras disciplinas que me formalizan y me actualizan.

Inconscientemente empiezo a diseñar un espacio: el Nido de Rosa. Una morada. Es el momento de giro a la “inutilidad” y a la búsqueda de un lenguaje plástico. La necesidad de ingerir alimentos conceptuales y formales como el psicoanálisis, el color, la pintura y la escultura. Ellos arman la trama continente, la guarda del ser, desde donde logro instalar-me llegando al estado de constitución de una identidad que me permite transgredir , penetrar, explorar, conceptualizar, cocinar y por último exhibir-me.

Asumiéndome como artista que habla en este texto , asumiendo por tanto que en el habla hay una conceptualización y una tranquilidad del conceptualizar, es difícil aceptar más allá del concepto, la experiencia de lo indecible, lo inquietante, lo inasible, lo inobjetable. Todo eso nos arroja a la apertura, a la multiplicidad de nuestro ser.

Mi trabajo no se refiere a una experiencia femenina en contraposición a lo masculino ( sin por ello dejar de reconocer que “ la mujer “ como sujeto en las artes visuales históricamente no ha sido constituida ), se refiere a poder cuestionar lo binario , el constructo, lo cultural. Si bien mi obra puede ser fenomenológica mente suspendida, interpretada, puesta en diferentes soportes, mediatizada y textualizada: aún cuando en mi obra esté en obra la conservación, la descomposición, la muerte, la museología, el adentro y el afuera, la historiografía, la memoria y la desmemoria; aún así mi obra es efímera, fútil e inútil.

Rosa Velasco
Santiago, Chile

 

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ROSA VELASCO

Santiago, Chile

(1951 – )

 

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