El Río del Olvido (1999)

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En esta obra, Rosa Velasco, realiza un notable giro al presentar lo impresentable; aquello que es interior, protegido,

exponiéndolo, incluso a la posibilidad de quiebre.

Devela y expone el interior, lo que está siempre oculto dentro de la caja, caja que precisamente debido a su opacidad no deja ver su contenido, pero entonces, extrae el interior hacia afuera y lo expone, y aquello que expone es pura transparencia y fragilidad, que se contrasta con lo sólido del envoltorio.

La primera lectura posible actúa como una analogía precisamente sobre lo perceptual, siendo el hombre el objeto de percepción: un exterior sólido, un cuerpo opaco que transita llevando un interior frágil que se fractura, se fragmenta y la más de las veces se quiebra.